We Summon the Darkness (2019) | Hay más complejidad en un moshpit de concierto de metal de banda escolar que en esta película

Parte del poster de We Summon Darkness

*Spoilers*

Les voy a ahorrar la reseña mediocre sobre esta película: es divertida pero tonta.  

Hace poco estábamos discutiendo en el chat grupal de la universidad lo incómodo que fue para algunas de nosotras tener una fase metal. Parecía experiencia compartida que cada vez que íbamos a un bar metal nos hacían las mismas preguntas: "¿Qué bandas escuchas? ¿A ver dime los nombres de todos sus discos", "¿Has venido sola o con amigas?", "¿Qué hace una chica tan bonita por acá?", etc. El 'etc' es más decorativo que otra cosa, porque el resto de preguntas siempre eran variaciones de esas 4. Llegué a frecuentar el mismo bar por años, me hice conocida entre los regulares y aún así me tocaba el esporádico trato "Ey tu, mujer en bar metal ¿Te gusta el metal? ¿Me prestas atención?". Con el tiempo la gente de mi edad dejó de ir a los bares y a los conciertos; dejé de frecuentar a las pocas amistades que había hecho en estos círculos e intercambié mis polos de bandas rotos por ropa de oficina... Como todos ¿No? me imagino que eso mismo pasó con las personas contemporáneas que conocí.

Debo admitir, aunque muchas veces quise agarrarme a golpes con uno de estos tipos, nunca se me ocurrió asesinarlos en un ritual satánico... y eso, lamentablemente, no es de lo que trata We Summon The Darkness. Un grupo de metaleras viaja por la carretera gringa en dirección a un concierto, mientras tanto, un supuesto culto satánico anda por ahí matando gente. 

Ajusten bien sus cinturones porque esta historia va a dar muchas vueltas. Alexis, Val y Beverly son nuestras metaleras principales, van de camino a un concierto de metal cuando se cruzan con un grupo de metaleros estándar: metalero guapo, metalero gordo y metalero fumón. Los seis irán a beber a la casa del papá de Alexis luego del concierto.  Todos parecen estar pasándola bien, conversando sobre heavy metal lore, excepto por Alexis. Verán, Alexis es medio espesa, no sabía que Randy Rhodes murió en un accidente de avión, no se acordaba qué banda vió en su primer concierto, hace sentir incómoda a Bev y, no sé, me cae mal. La fiesta se pone peligrosa cuando las tres jovencitas admiten en un juego de Yo Nunca haber puesto droga en los vasos. Sorpresa, ella son el grupo de asesinos, pero no son un grupo satánico.

Un larguísimo y estereotípico "discurso del villano sobre cuál es el plan" nos explica que las tres jovencitas no son metaleras sino parte de un grupo religioso que comete asesinatos haciéndose pasar por un culto satánico para atraer más creyentes y hacer quedar mal a los metaleros; es más Alexis es hija de un famoso predicador. Luego de matar a metalero gordo, el plan se les va por la borda cuando los otros dos logran desatarse y atrincherarse en uno de los cuartos de la enorme casa. De pronto llega la madrastra de Alexis a recoger su pasaporte y un poco de cocaína de la caja fuerte. Al parecer la madrastra no tenía nada que ver con el culto religioso porque ni bien encuentra al metalero gordo muerto en la salita de estar es asesinada por Alexis. Luego llegará un policía, quién encontrará a los dos muchachos, los humillara por haberse dejado secuestrar por tres mujeres y luego será asesinado por Val. 

Luego llegará Beverly con una podadora y amenazará a las otras dos chicas para tratar de salvar a los muchachos. Los tres tratarán de escapar cuando de pronto llega el padre de Alexis, un predicador cristiano interpretado por Johnny Knoxville, quien sí estaba al tanto de los asesinatos. El padre de Alexis la salva de morir ahorcada por el metalero guapo, luego la trata de matar, luego Beverly salva a Alexis de ser asesinada por su padre, luego Beverly trata de matar a Alexis, luego Alexis trata de matar a Beverly, etc, etc. La cosa es que al final Beverly y el metalero guapo logran escapar con una maleta llena de dinero que robaron de la casa del pastor. Irónicamente, el único sobreviviente es el pastor, quien le dice a los medios que su hija Alexis fue quien orquestó el "asesinato ritualistico satánico" en conjunto con los dos metaleros muertos y los dos que escaparon.

Así se veían (en mi cabeza) todos los metaleros que me rechazaron durante mi juventud.

La película es precavida en la forma en la que toca ciertos temas. Cuando vemos a las tres chicas solas en el concierto, nuestra preocupación inmediata es por su seguridad, esta preocupación es rápidamente subvertida cuando nos revelan que ellas son el verdadero peligro. Cuando vemos que se van con tres desconocidos, nuestro primer instinto es pensar que ellos podrían tener, también, malas intenciones, pero resulta que los tres eran bien buenos. En ningún momento se trata de ir más allá de la premisa principal, la película juega con nuestro preconcepto de lo que es o no es peligroso para que los giros se sientan más espontáneos. De la misma forma, el uso de los estereotipos nos dice por qué debemos sentir simpatía y por quién no. ¿Predicador? No, aj. ¿Mujer mala onda? No. ¿Mujer que toma mucho? Tampoco. ¿Chica tímida? Claro que sí. ¿Gordo? Inofensivo. ¿Fumón? Doblemente inofensivo. ¿Metalero guapo que se parece a Nick Jonas? Héroe.

La simpleza de la premisa, la bidimensionalidad de los personajes y la falta de contexto histórico hacen que la película de hora y media se sienta como un episodio de escalofríos. No me malinterpreten, no es mala, solo es simple... demasiado simple. A penas siento que comienzo a conocer a las chicas cuando ya me voltean la tortilla y me dicen "no, son malas, ahora las tienes que odiar". Y por alguna razón pretenden que quiera ver a estos chiquillos genéricos y sin personalidad sobrevivir cuando no me han dicho absolutamente nada relevante sobre ellos. La película incluye una escena en la que los metaleros tratan de hacer una especie de discurso "ustedes son malas y nosotros buenos por las siguientes razones" para justificar a medias que la película es sobre el satanic panic de los 80s; y que la postura es "metaleros buenos, cristianos extremos malos", pero más allá de esta escena en la que ambos bandos intercambian discursos no hay mayor acercamiento a los personajes o sus personalidades. Es demasiado simple, no amerita mucha concentración ni aporta más que entretenimiento. 





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