El documental da cuenta del creciente conflicto entre la religión local, Candomblé, y el creciente movimiento neo-carismático del cristianismo evangélico. En las primeras escenas escuchamos el testimonio de una escolar que fue atacada por un grupo cristianos, quienes la apedrearon por verla vestida con atuendos propios del Candomblé, mientras le gritaban que se iría al infierno. Los discursos de los creyentes de ambas religiones contrastan poderosamente: por un lado los creyentes Candomblé denuncian las diversas desigualdades que hay en Brasil, entre ellas el racismo, la homofobia, etc. Ellos denuncian además la violencia que reciben por parte de los cristianos evangélicos. Mientras tanto, estos últimos cuentan historias fantasiosas sobre lo que creen que hacen los creyentes Candomblé, historias infantiles como para contar alrededor de una fogata, de creyentes Candomblé que consumen sangre de fetos, que son poseídos por demonios...
Es evidente que la segregación a los creyentes Candomblé está íntimamente relacionada con el racismo, lo podemos comprobar al escuchar algunos de los testimonios de los creyentes que fueron atacados no sólo por su religión sino también por ser afrodescendientes. Los ataques a los creyentes Candomblé abarcan desde insultos hasta asesinatos en nombre de Dios. La discriminación se extiende hacia el trato diferenciado que tiene la policía con los creyentes Candomblé, en comparación con el trato que tendrían con una persona vestida de terno que lleva una biblia en la mano. La proliferación de iglesias evangélicas que compran grandes y numerosas edificaciones muchas veces a pocas cuadras unas de otras, da a entender (en palabras de los creyentes Candomblé) que existe un beneficio monetario para aquellos que manejan dichas iglesias.
Por un lado vemos una especie de militarización de grupos de creyentes evangélicos que parecen prepararse para las cruzadas, por otro la influencia de traficantes de droga que fomentan el culto al evangelismo a la vez que mandan a destruir lugares de culto Candomblé en las comunidades. Uno de los testimonios menciona el miedo que tienen los creyentes Candomblé al salir a la calle con sus collares y atuendos religiosos, categorizando los ataques como terrorismo. Pero la violencia no es local, es sistémica y pasa por todas las instituciones del país incluyendo el ámbito legislativo.
Al culminar el documental, unos títulos nos indican que este fué grabado entre el 2016 y el 2018, antes de la elección presidencial de Jair Bolsonaro. Bolsonaro es un ex-militar que se ha pronunciado a favor de la tortura, en contra de las comunidades afrodescendientes, en contra de las comunidades indígenas, a favor de una guerra civil, a favor de entregar una pistola a cada familia brasileña (¿?), etc... Este desenlace da a entender que la situación de los creyentes Candomblé está por ponerse peor, en tanto la campaña de Bolsonaro tenía por eslogan "Dios encima de todos".
Si bien el documental se pone claramente del lado de la minoría que está siendo atacada, también se incluyen las voces de aquellos, pocos, creyentes evangélicos que respetan la libertad de culto de los creyentes Candomblé. Llegamos a ver incluso facciones de traficantes que, contrarias a las que fomentan el culto al cristianismo evangélico, mantienen una posición de neutralidad, permitiendo que los creyentes Candomblé tengan sus lugares de culto y utilicen sus atuendos sin temor a represalias. Más allá de el conflicto inicial entre evangélicos y creyentes Candomblé, el documental evidencia las muy profundas heridas de la desigualdad y el racismo que continúan afectando al país.
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