Cold War (2018) | La mirada nostálgica al pasado fracturado


Cold War es una co-producción polaca, británica y francesa dirigida por Pawel Pawlikowski. Fue nominada a los Oscars a mejor película en idioma extranjero, mejor dirección y mejor fotografía. Esta última nominación es de particular importancia considerando que está grabada en blanco y negro, y en formato 4:3, o formato académico. La imagen tiene una estrecha relación con el momento histórico en el que se encuentra situada: Polonia y Francia de posguerra, entre 1949 y 1964. Contrario a otras producciones similares, es difícil identificar cualquier anacronismo en Cold War.

La película trata sobre Zula y Wiktor, una pareja que debe enfrentar dramáticos obstáculos mientras tratan de abrirse paso entre los escombros de la posguerra. La vida de la pareja está basada en la vida de los padres del director, quienes enfrentaron situaciones similares durante esa misma época. Es a grandes rasgos una épica romántica que transcurre durante la primera década de la guerra fría en Europa. Antes de comenzar con la historia, es necesario resaltar la fotografía y la dirección de arte en esta película. El tratamiento audiovisual es de una maestría impresionante, los techos altos en la imagen nos muestran los fondos que representan el estado de las ciudades europeas de posguerra, en ellos vemos imágenes gigantes de Stalin, 



Wiktor es un músico que forma parte de un programa polaco de música que busca reclutar cantantes, músicos y bailarines folclóricos en  Polonia bajo el régimen socialista de influencia estalinista. Zula es una cantante, ella no encaja entre los demás artistas y resalta por verse muy "de ciudad". Para lograr ser elegida para formar parte del elenco folclórico ella hace un dueto con una muchacha que canta música montañesa. Se da a entender que la muchacha montañesa pasa fácilmente la prueba pero Zula tiene que  cantar una canción más por no ser particularmente prodigiosa. La belleza de Zula cautiva a Wiktor, quién se encarga de hacerla entrar al grupo folclórico tras enterarse que ella había estado en la cárcel por intentar matar a su padre. La escena es tratada de forma muy sucinta con Zula respondiendo a las interrogantes de Wiktor sobre el ataque a su padre con un "Me confundió con mi madre una noche y yo lo apuñalé para que note la diferencia".

La personalidad de Zula es dominante y se ve en la representación del personaje que el director está tratando de mostrar a través de la dura mirada de Zula a una mujer que ha sobrevivido lo peor de la segunda guerra mundial y no está dispuesta a ser víctima nuevamente. En ese sentido, el contexto histórico, aunque no explorado a profundidad por la película, es imperativo para entender a los personajes. Hacia 1944, la ciudad de Varsovia en Polonia se levanta contra el ejercito alemán en un acto de rebelión tras más de 4 años de invasión. La rebelión polaca tuvo consecuencias catastróficas, lo que se pensaba como un corto levantamiento que duraría menos de una semana hasta que las fuerzas soviéticas entren al país se convirtió en una rebelión frustrada de 63 días en la cuál murieron 250 000 civiles. El gran problema que enfrentaron los rebeldes polacos fue la traición del ejercito soviético, el cual bajo comando de Stalin decidió no apoyar la rebelión de modo que el control de Polonia por parte de la Unión Soviética al finalizar la guerra fuese más factible.



Tras haber sobrevivido a la segunda guerra mundial a duras penas en uno de los países más afectados, la desesperación que ha de sentir Zula es suficiente para que ella se aferre a la única oportunidad que parece tener. Una vez dentro del grupo folclórico, ella y Wiktor deciden huir de Polonia a Francia en busca de un mejor futuro. La única forma de escapar era a través de Berlín, ciudad que se encontraba dividida bajo jurisdicción de La Unión Soviética, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Wiktor espera a Zula en el límite bajo control francés de la ciudad de Berlín, pero Zula nunca llega. Ella se queda con Kaczmarek, un burócrata encargado de revisar que el grupo folclórico se mantenga "ideológicamente" estalinista. Tal vez lo que hace que Zula se quede en Polonia es el miedo a perder la oportunidad que tanto le costó conseguir, sea cuál sea la motivación de Zula, el resultado es que Wiktor termina abandonando una prestigiosa posición como músico en Polonia para terminar de pianista de bar en territorio francés.

Tiempo después, Wiktor y Zula se reencuentran en Francia, ella escapó de Polonia casándose con un italiano pero decidirá quedarse con Wiktor en Francia a cantar jazz. Sin embargo, la relación fracasa cuando comienzan a tener conflictos creativos y Zula regresa a Polonia, dónde ella goza de mayor reconocimiento por cuenta propia. Wiktor desea ir tras ella a Polonia, pero al haber huido ilegalmente, la única forma de regresar es haciendo favores al régimen. El accede a espiar a los británicos en Francia, pero de alguna forma es descubierto y encarcelado en Polonia con una sentencia de 15 años por más cargos de los que es en realidad culpable. Brevemente vemos como las manos de Wiktor se encuentran destrozadas, los Polacos le rompieron las manos para que no pudiese volver a tocar piano. Zula se compromete a sacar a Wiktor de lo que parece ser un gulag, o campo de trabajo, pero no logrará sacarlo hasta principios de los años 60s.

Para cuando Wiktor logra salir, Zula es una cantante reconocida de música popular y tiene un hijo con Kaczmarek, con quien tuvo que casarse para poder salir adelante y sacar a Wiktor del gulag. Cuando Zula ve a Wiktor prácticamente le pasa por encima a Kaczmarek y a su pequeño hijo con tal de lanzarse ebria a los brazos de Wiktor. Tras el reencuentro ambos deciden no volver a separarse jamás. Esta promesa se ve materializada en una ceremonia de matrimonio que es a su vez un pacto suicida. Ambos van a las ruinas de una iglesia en el campo, se toman unas pastillas y se sientan a ver el pasto ondear mientras esperan la muerte. 


La cuestión con Cold War que me gustaría resaltar es la inmediata asociación que hice con algunas películas contemporáneas al periodo de tiempo representado. Por un lado están las películas de Ingmar Bergman, Persona y Secretos de un Matrimonio. Por otro lado, la forma en la que se representa la ciudad es realmente similar al tratamiento de Europa en el neorrealismo italiano, y la relación de la pareja recuerda en algo a La Notte de Antonioni. En ese sentido, la película es muchísimo más cercana a los productos de ficción realizados por las generaciones de directores de posguerra que al cine contemporáneo independiente o de autor.

La similitud con una cosmovisión propiamente de posguerra parte quizás de la experiencia del director como hijo de sobrevivientes a la segunda guerra mundial, como migrante que debió crecer en Reino Unido y se vio enfrentado a las secuelas de décadas de conflicto al regresar a Polonia tras la muerte de su esposa. La añoranza del director por la Polonia que dejó atrás a los 14 años podría ser la razón por la que sus dos películas dirigidas en dicho país se realizan en blanco y negro, y se contextualizan alrededor de los años en los que él sale de Polonia. No me citen en esto, quizás estoy equivocada.

Volviendo a Bergman, en estrecha relación con sus propias complejidades personales, este tenía una forma muy particular de representar tanto la figura del hombre y la figura de la mujer, sobretodo cuando se trataba de parejas. Quizás es que Joanna Kulig (Zula) me recuerda muchísimo a Liv Ullmann (y en especial al carácter del personaje de Ullmann en Persona), quizás es la pareja tumultuosa que jamás logra estar "bien" como en Historia de un Matrimonio; podría ser también la majestuosidad del blanco y negro en Persona lo que me hace asociar ambas películas.

La similitud con el neorrealismo italiano ya la hemos mencionado más arriba y se encuentra principalmente en la forma en la que los escenarios de destrucción y las historias situadas en la posguerra pero no sobre la guerra se manifiestan en los fondos de la imagen en Cold War. En muchos casos a lo largo de la película vemos planos que colocan a los personajes en a penas 1/3 de la imagen total del cuadro, los otros 2/3 por otro lado muestran la situación de Polonia después de la guerra y el discurso político que imperaba. Son pocos los planos medios propiamente dichos en los que los techos de la imagen no son amplios, en otros casos los techos no solo sirven para ilustrar la situación del país sino también para ilustrar a los personajes en aislamiento a la vez que se encuentran rodeados de personas.

Los pocos planos hasta cierto punto cerrados, sobretodo en comparación con los planos abiertos antes mencionados, que encontramos suelen cumplir una función de retratar la familiaridad de algunos personajes con otros, de mostrarnos la intimidad en algunas interacciones. Esta intimidad puede manifestarse en forma de un encuentro pasional entre la pareja, una relación de trabajo estrecha o la mirada atenta sobre una niña que canta con toda la pasión y vida que le hacía falta a la Europa de aquellos años.

Por último, cuando hablo de La Notte no hago más que referirme a una falta de funcionalidad en la pareja que ha sido más bien asociada por otros críticos con Casablanca. A mi parecer, la pareja icónica compuesta por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en  Casablanca me resulta demasiado novelesca, muy epopéyica y no lo suficientemente sutil para mi gusto. No creo que haya sido la intención del director que resalte en primera instancia lo disfuncional en la relación de Wiktor y Zula, sobretodo teniendo en cuenta las dificultades que enfrentan. Pero por más que trato, no logro escapar a esta imagen de Zula regresando a Polonia al darse cuenta que la personalidad de Wiktor como músico es uno más de estos obstáculos.

Regresando a La Notte, quizás haciendo el símil entre la escena de la fiesta en Paris en comparación con las escenas finales del film de Antonioni, se logre identificar de mejor manera el por qué de mi asociación. No es dificultades en tanto posguerra sino más bien incompatibilidad en tanto pareja aquello que me distrae del romance épico. Pero en ese sentido, lo romántico puede variar, el amor puede tener distintos significados. Lo que a mí me parece tóxico para otros puede ser la definición misma del romance, léase Romeo y Julieta. En ese sentido, el director nos permite la construcción propia de una interpretación sobre la relación, así como no nos mastica el contexto histórico o lo que ocurre entre saltos de tiempo, tampoco nos fuerza a tener una misma interpretación de lo moral sobre la relación.

Finalmente, la película es hermosa. Independientemente de los mamarrachos teóricos y filosóficos que les pueda exponer en esta reseña, y por tanto merece ser vista tan solo por sus propios méritos.

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