Judy Garland nace en 1922 muy a pesar de los intentos de su madre de provocar un aborto espontaneo y entra al circuito de vaudeville apenas a los 2 años de edad. Comienza a tomar anfetaminas y somníferos alrededor de los 9 años de edad, de esta forma su madre se aseguraba que ella y sus hermanas estuviesen siempre estuviesen "en marcha". Fue su profunda voz lo que le consiguió un lugar en la Metro-Goldwyn-Mayer y un contrato de $100 (durante la gran depresión) a la semana a los 13 años. Pronto se volvió aparente que la contextura de Judy era un poco más gruesa que las estrellas de Hollywood de la época, el estudio le comenzó a dar más anfetaminas para adelgazar que chocaban con las anfetaminas y somníferos que ya tomaba. A los 16 años comienza a rodar El Mago de Oz, obtuvo el papel por muy poco, la primera opción de la Metro fue Shirley Temple.
Se imaginarán que tras el estreno de El Mago de Oz Judy Garland se convirtió en una estrella de Hollywood. Su salario subió de $100 a $2000 a la semana. A los 19 años se casa por primera vez con un compositor, queda embarazada y es presionada a abortar por su esposo y su madre. A los 23 se vuelve a casar con el director Vincente Minnelli, con quién rodó Meet Me In St. Louis. Un año después nace su primera hija, Liza Minnelli, a estas alturas Judy estaba ganando $6000 por semana. Pero el exceso de pastillas comenzaba a afectar su vida profesional, faltaba a los rodajes y estaba al borde de un colapso nervioso. Eventualmente la expulsaron del rodaje de The Barkleys of Broadway y fue reemplazada por Ginger Rogers. Judy Garland se cortó las venas al encontrar a su esposo en la cama con un hombre que trabajaba para ellos. Sobrevivió al intento de suicidio y logró por fin tener algo de tiempo para descansar.
Por un tiempo cada vez que conseguía un papel en una película era reemplazada por otra actriz a causa de su grave adicción a las pastillas. En 1949 a los 27 años pasa tres meses en rehabilitación, los cuales sirvieron de muy poco pues al regresar al estudio le pidieron que baje los 9 kilos que había subido en terapia. Judy volvió a su régimen de pastillas anterior y volvió a ser despedida de la Metro. Judy, en un completo estado de desesperación, rompe un vaso y se hace un corte en la garganta ese mismo año. A los 28 años la Metro-Goldwyn-Mayer despide definitivamente a Judy Garland tras 15 años de trabajo.
A los 30 años se vuelve a casar, esta vez con la personalidad de Hollywood y boxeador amateur , conocido por andar de revoltoso peleándose por ahí, Sidney Luft. Sin embargo, fue Sid Luft quién logró estabilizar la carrera de Judy, concentrándose en conciertos y un contrato con Warner Bros. Tras la muerte de su madre en 1953, Judy recae nuevamente en la adicción a las pastillas durante el rodaje de A Star is Born. La película le ganó una nominación al Oscar, el cuál no ganó.... Y su comportamiento durante el rodaje le costó el contrato con la Warner.
Tras recuperarse de una hepatitis aguda en 1960, Judy Garland vuelve a la pantalla grande con Judgment at Nuremberg. En 1961 canta en el Carnegie Hall en la que es considerada como "la noche más importante en la historia del show business". El continuo abuso de pastillas no permitió que Garland continúe su carrera cinematográfica por lo que aceptó un millonario contrato por un programa televisivo de variedades, el cual no tuvo el éxito previsto por el canal. El programa fue cancelado y Judy estaba nuevamente sumida en la depresión y la adicción.
En 1965 Judy se vuelve a casar, ahora con el aspirante a actor Mark Herron. El matrimonio duró poco, un par de años después Judy se encontraba sola, sin casa y sin ingresos. La falta de dinero generó que su ex esposo Sid Luft se quede con la custodia de sus menores hijos. Judy logró conseguir un show en un cabaret de Londres, el cuál le generaría suficientes ingresos como para poder recuperar la custodia de sus hijos. El año siguiente a este viaje son representados en Judy (2019).
La película comienza con una Judy adolescente siendo, de alguna forma, juzgada por la cabeza de MGM, Louis B. Mayer. La rigidez de Judy es de un carácter prácticamente militar. A lo largo de la película veremos en forma de flashbacks escenas de su vida adolescente en los que es maltratada por MGM, poniendo en riesgo su salud con tal de filmar la mayor cantidad de cortos y largos posibles. Estos flashbacks, que pudieron ser explotados muchísimo más, sirven para darle a entender al espectador que Judy no tuvo una niñez o una adolescencia, ella trabajó desde los 2 años sin parar hasta el momento de su muerte. Judy no podía comer lo que quería, no podía pasar un cumpleaños tranquila, no podía divertirse ni experimentar un proceso de crecimiento normal.
Son precisamente estos flashbacks lo que hunde el increíble potencial del guión. La vida de Judy Garland fue una montaña rusa de altibajos que la mantuvo como la número uno por una década hasta su caída a causa del abuso de substancias. Nada de esto parece hacer una aparición en la película. Si bien vemos la constante presión a la que es sometida por MGM en su adolescencia y el estado de indigencia en el que se encuentra hacia 1969, nunca vemos flashbacks que representen lo más alto de su carrera. No queda del todo claro que tan grave es esta caída que representa la película si nunca vemos a Judy en las películas que la hicieron una leyenda de Hollywood. Por otro lado, la película evita por completo darle la dimensión correcta al problema de Judy con las pastillas. La vemos tomando pastillas de vez en cuando, sabemos que es poco funcional, que tiene una bajísima autoestima y problemas de ansiedad que trata de aplacar con pastillas. Pero no vemos las décadas de abuso de pastillas, noches enteras sin dormir, exorbitantes fluctuaciones en su peso o intentos de suicidios. La película se niega incluso a mencionar en los títulos finales que la muerte de Judy fue a causa de una sobredosis de barbitúricos.
Es comprensible esta necesidad de pintar con una capa de escarcha la vida de la legendaria actriz. Me imagino que para los realizadores era preferible dejar una imagen que redima a Judy Garland en vez de retratar los horrores por los que pasó en el Hollywood del Star System. Uno podría argumentar que al representar los puntos más bajos de la vida de la actriz y cantante estaríamos alimentando el morbo que generó su temprana muerte. En ese sentido, Judy opera de la misma forma de My Week with Marilyn en tanto evita darnos aquello que los tabloides se encargaron de propagar en favor de una temporada íntima pero respetuosa en la vida de estas mujeres tan incomprendidas.
A pesar de comprender sus intenciones, no las comparto en lo absoluto. Con el pasar de los años muchos temas antes considerados tabú pasan a ser temas de conversación populares en tanto se des-estigmatizan dichos temas. Tratar temas como la adicción, el aborto, los imposibles estándares de belleza con los que medimos a las mujeres, la depresión, entre otros, ayuda a abrir la conversación sobre quienes están siendo afectados hoy en día por estos problemas. Dejar bien parados a quienes comparten la culpa de la adicción que mató a Garland no hace nada por redimir a la actriz. Y darle una nueva capa de barniz al legado de la actriz no va a abrir la conversación sobre los horrores que vivían las jóvenes actrices de Hollywood en esa época. Hoy en día sabemos que muchas eran presionadas a bajar de peso de formas poco saludables, que se practicaban abortos clandestinos a la orden del día para evitar que los embarazos interfieran con los rodajes y la "reputación" de las estrellas... qué otras cosas quedaron ocultas tras el telón y las luces.
Dentro de todo, lo que nos compete a estas alturas es el producto final. Judy le ganó a Renée Zellweger el Oscar a mejor actriz por su impecable actuación. La forma en la que Renée interpreta a una casi acabada Judy nos genera una empatía que solo pudo haber sido superada por el carisma de la propia Judy. En efecto, los zapatos le quedan grandes a Renée, nadie es Judy Garland. Nadie tiene esa voz, nadie tiene esa simpatía... pero Renée le hace justicia. No se nos va este tufillo a Roxy Hart (Chicago) cuando oímos a Renée interpretar los clásicos de Judy y hay algo en la belleza de Renée que no termina por parecerse a la Judy destruida que vieron los londinenses en 1969.
Por otro lado, los manerismos, gestos y posturas de Garland son retratados a la perfección. Renée prueba con su actuación haber estudiado grabaciones de la la época hasta el cansancio. Es esta insistencia con la que Zellweger se aferra con uñas y dientes al personaje lo que le ganó el Oscar a mejor actriz.
Finalmente, puedo decir con toda certeza que la película me fue útil, me recordó a Judy Garland. Y me la recordó de una forma positiva, me hizo estremecer con los números musicales y me dejó un buen sabor de boca. Lamentablemente, la sed de información y contexto que me quedó al final me obligó a buscar documentales para poder completar la experiencia. Como se habrán dado cuenta, hay muchísimo más que contar sobre Garland que el último año de su vida, muchísimos episodios icónicos e importantes para perfilar la esencia de la actriz. La simpleza del guión, la falta de ambición en la narración y la arbitrariedad de los flashbacks son el talón de Aquiles de esta película y la razón por la cuál fue nominada principalmente a galardones de mejor actriz y mejor maquillaje y peluquería.
Sin más que agregar, nos queda afortunadamente abundante filmografía de Garland como para disfrutar de sus apasionantes números musicales. Nos queda también la grabación de su legendario concierto en Carnegie Hall. Solo luego de haber disfrutado de Judy Garland, de haber conocido los altos altísimos y los bajos bajísimos de su carrera podremos apreciar Judy como una especie de epílogo.
Son precisamente estos flashbacks lo que hunde el increíble potencial del guión. La vida de Judy Garland fue una montaña rusa de altibajos que la mantuvo como la número uno por una década hasta su caída a causa del abuso de substancias. Nada de esto parece hacer una aparición en la película. Si bien vemos la constante presión a la que es sometida por MGM en su adolescencia y el estado de indigencia en el que se encuentra hacia 1969, nunca vemos flashbacks que representen lo más alto de su carrera. No queda del todo claro que tan grave es esta caída que representa la película si nunca vemos a Judy en las películas que la hicieron una leyenda de Hollywood. Por otro lado, la película evita por completo darle la dimensión correcta al problema de Judy con las pastillas. La vemos tomando pastillas de vez en cuando, sabemos que es poco funcional, que tiene una bajísima autoestima y problemas de ansiedad que trata de aplacar con pastillas. Pero no vemos las décadas de abuso de pastillas, noches enteras sin dormir, exorbitantes fluctuaciones en su peso o intentos de suicidios. La película se niega incluso a mencionar en los títulos finales que la muerte de Judy fue a causa de una sobredosis de barbitúricos.
Es comprensible esta necesidad de pintar con una capa de escarcha la vida de la legendaria actriz. Me imagino que para los realizadores era preferible dejar una imagen que redima a Judy Garland en vez de retratar los horrores por los que pasó en el Hollywood del Star System. Uno podría argumentar que al representar los puntos más bajos de la vida de la actriz y cantante estaríamos alimentando el morbo que generó su temprana muerte. En ese sentido, Judy opera de la misma forma de My Week with Marilyn en tanto evita darnos aquello que los tabloides se encargaron de propagar en favor de una temporada íntima pero respetuosa en la vida de estas mujeres tan incomprendidas.
A pesar de comprender sus intenciones, no las comparto en lo absoluto. Con el pasar de los años muchos temas antes considerados tabú pasan a ser temas de conversación populares en tanto se des-estigmatizan dichos temas. Tratar temas como la adicción, el aborto, los imposibles estándares de belleza con los que medimos a las mujeres, la depresión, entre otros, ayuda a abrir la conversación sobre quienes están siendo afectados hoy en día por estos problemas. Dejar bien parados a quienes comparten la culpa de la adicción que mató a Garland no hace nada por redimir a la actriz. Y darle una nueva capa de barniz al legado de la actriz no va a abrir la conversación sobre los horrores que vivían las jóvenes actrices de Hollywood en esa época. Hoy en día sabemos que muchas eran presionadas a bajar de peso de formas poco saludables, que se practicaban abortos clandestinos a la orden del día para evitar que los embarazos interfieran con los rodajes y la "reputación" de las estrellas... qué otras cosas quedaron ocultas tras el telón y las luces.
Dentro de todo, lo que nos compete a estas alturas es el producto final. Judy le ganó a Renée Zellweger el Oscar a mejor actriz por su impecable actuación. La forma en la que Renée interpreta a una casi acabada Judy nos genera una empatía que solo pudo haber sido superada por el carisma de la propia Judy. En efecto, los zapatos le quedan grandes a Renée, nadie es Judy Garland. Nadie tiene esa voz, nadie tiene esa simpatía... pero Renée le hace justicia. No se nos va este tufillo a Roxy Hart (Chicago) cuando oímos a Renée interpretar los clásicos de Judy y hay algo en la belleza de Renée que no termina por parecerse a la Judy destruida que vieron los londinenses en 1969.
Por otro lado, los manerismos, gestos y posturas de Garland son retratados a la perfección. Renée prueba con su actuación haber estudiado grabaciones de la la época hasta el cansancio. Es esta insistencia con la que Zellweger se aferra con uñas y dientes al personaje lo que le ganó el Oscar a mejor actriz.
Finalmente, puedo decir con toda certeza que la película me fue útil, me recordó a Judy Garland. Y me la recordó de una forma positiva, me hizo estremecer con los números musicales y me dejó un buen sabor de boca. Lamentablemente, la sed de información y contexto que me quedó al final me obligó a buscar documentales para poder completar la experiencia. Como se habrán dado cuenta, hay muchísimo más que contar sobre Garland que el último año de su vida, muchísimos episodios icónicos e importantes para perfilar la esencia de la actriz. La simpleza del guión, la falta de ambición en la narración y la arbitrariedad de los flashbacks son el talón de Aquiles de esta película y la razón por la cuál fue nominada principalmente a galardones de mejor actriz y mejor maquillaje y peluquería.
Sin más que agregar, nos queda afortunadamente abundante filmografía de Garland como para disfrutar de sus apasionantes números musicales. Nos queda también la grabación de su legendario concierto en Carnegie Hall. Solo luego de haber disfrutado de Judy Garland, de haber conocido los altos altísimos y los bajos bajísimos de su carrera podremos apreciar Judy como una especie de epílogo.
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