El 31 Festival de Cine Europeo comienza con una comedia romántica estilo Skins Aurora es una mujer joven que sobrevive a duras penas con su sueldo de manicurista, el cual se gasta en licor y fiestas. Aurora se verá enfrentada a su incapacidad de madurar tras conocer a un inmigrante suicida que desesperado por conseguir una esposa que le otorgue la ciudadanía finlandesa. La película resuena en particular con un público joven (los benditos millenials) que se ve enfrentado a una difícil realidad económica y política a nivel mundial. Somos nosotros los que crecimos bailando Foster The People, los que hicimos ricos a los dueños de bares de dudosa procedencia porque vendían cerveza barata y los que de alguna u otra forma se sentían bien Skins... Skins de país en vías de desarrollo latinoamericano pero Skins al fin y al cabo.
Porque la verdad que tiene mucho de 2000-2012 esta película. Por un lado el vestuario es moderno pero no lo suficiente como para considerarse a la moda, el uso de luces de colores y de navidad me evoca a mis tempranos 20s y la atmósfera en general se siente un tanto anacrónica. Esta onda medio de hace 10 años nos hace sentir que el pueblo está un poco estancado en el tiempo, en concordancia con la protagonista cuya edad también parece haberse quedado estancada unos 10 años atrás.
No nos perturbamos mucho con los desmadres de Aurora porque pronto queda claro que todas sus malas decisiones están pasándole factura. Lo entretenido es ver cómo la factura aún da risa. Golpe de realidad cuando las consecuencias comienzan a volverse peligrosas, no solo para ella sino también para las personas que la rodean. No se requiere un verdadero halo de suspenso, sabemos que va a conseguir salir airosa de este hoyo, lo bonito es ver el final feliz que has estado esperando desde el comienzo de la película.
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