Ray & Liz (2018)


Entré porque me llamó la atención esta imagen de acá. Patrón floreado, brazos llenos de tatuajes, rompecabezas. Era como si hubiesen hecho un estudio de mercado sobre las cosas que me llaman la atención. Salí con la cara limpia de impurezas, hidratada, plena .

Ray & Liz es una película del 2018 dirigida por Richard Billingham. La película está parcialmente basada en una serie de fotografías que tomó Richard de su padre alcohólico y su madre abusiva treinta años atrás para una clase de pintura. Estas fotografías iban a servir como base par aun estudio de pintura, finalmente fueron visionadas por un profesor, quién convenció a Billingham de hacer una muestra. Las fotografías de la serie Ray's a Laugh se caracterizaban por este etéreo estilo característico del auge de la fotografía documental y las cámaras desechables: natural, crudo, sin retoques, uso y abuso del flash. Recuerda mucho al estilo de Nan Goldin, el de Martin Parr o incluso el de Peter Dench. La obra fotográfica de Billingham fue expuesta en 1997 junto con la famosa pieza de Tracey Emin: Everyone I Have Ever Slept With 1963–1995 (una tienda de campamento con bordados que detallan cada persona con la que la autora "durmió).

Las fotografías que inspiran la creación de esta película basada principalmente, ahora si, en la vida de Richard, su hermano Jason y sus desastrosos padres, son indispensables para entender la toma de decisiones detrás de cada plano. La película fue grabada en cinta y en formato cuadrado. La fotografía de la película se siente innegablemente vintage y el arte está tan meticulosamente realizado que apenas sientes la diferencia entre el film y un album de fotos de los tempranos 90s.



La película comienza con unos largos y tediosos planos que muestran a un Ray acabado, desgastado, desteñido. Vemos a un hombre alcohólico que se levanta de la cama solo para tomar licor casero (que a primera vista parece una botella de Pepsi sin etiqueta). La rutina diaria es dormir, beber, dormir y volver a beber. Un hombre alto de pelo largo, parecido a Jesús, se encarga de pagar las cuentas de Ray, entregarle el dinero que sobra de su pensión y reponer una vez al día las botellas de licor que engulle Ray. Este personaje evoca una inmediata sensación de incomodidad, de repulsión. Primeros planos de las moscas que vuelan alrededor de las botellas de licor nos indican que vamos por buen camino si sentimos arcadas.

Ray abre el metafórico baúl de los recuerdos. Volvemos a solo el diablo sabrá cuántos años atrás y conocemos a Liz, la esposa de Ray. Una mujer gorda que fuma en cadena y parece estar completamente obsesionada con las flores. Conocemos también a los hijos de Ray y Liz: Richard (el director) y su hermano menor Jay. En un principio la familia vive en una pequeña casita con un tal Will (un motero con malas intenciones) y un pequeño zoológico de animales. Tras un terrible (pero morbidamente hilarante) incidente entre el hermano de Ray y Will, descubrimos el lado violento y agresivo de Liz. La escena nos mantiene al borde de la risa y el asco. Es imposible no sentir algo al ver esta secuencia introductoria, queda más que claro que en la familia sobran manzanas podridas y víctimas.


De Will no sabemos nada más. Seguimos la trayectoria de esta familia hasta un miserable departamento. Los eventos que se suponen ocurren no quedan del todo claros para el espectador poco familiarizado con Gran Bretaña de la época. Se supone que Ray ha perdido su trabajo y su liquidación. En consecuencia, la familia se ve obligada a mudarse a un departamento bastante más pequeño. La ya descuidada vida que llevaban se torna incluso más precaria cuando comienza a faltarles dinero para pagar servicios básicos. Los niños comienzan a pasar más tiempo fuera de casa, por un lado Richard pasa las noches en casa de su tío, Jay comienza a pasar las tardes vagabundeando por el barrio.

El resto de la película explica cómo Ray terminó viviendo solo en ese departamentucho. El final, sin spoilers, es igual de alprazolam que el comienzo, lento, pesado. Como toda secuencia en la que nos muestran al Ray del "presente",  los últimos planos parecen eternos y exacerban la soledad del personaje, a la par que la tintura roja da una sensación un poco más cálida, empática e íntima. No sabemos más de estos personajes, la película termina con una canción y no se cierra al momento de dar el tan esperado desenlace de cada miembro de familia. Sin letras al final que te digan que pasó, nada más una solitaria canción tras los fuegos artificiales.


Por lo pronto una de las mejores películas que he visto durante el 31 Festival de Cine Europeo de Lima. Conmovedora, agravante, cruda, pero sobre todo honesta. El público a mi alrededor parece haber estado de acuerdo; constantemente se escuchaban las reacciones del público ante algunas escenas difíciles o inverosímiles. Espero con ansias las siguientes incursiones cinematográficas del director, quedo maravillada y sorprendida ante lo fresca e hipnotizante que terminó siendo una película tan fuera de época estilísticamente hablando. Realmente creo que ha sido la única vez que un 4:3 no me ha molestado. También ayuda muchísimo la distribución de la Sala Azul del CCPUCP, la cual sinceramente encaja mejor con películas en formato cuadrado que las modernas 16:9 o las Cinemascope 21:9.

Todavía queda una función en la Sala Armando Robles Godoy en el Ministerio de Cultura el 17 de Noviembre a las 4:00 de la tarde. Genuinamente espero que se llene la sala, ver esta película gratis debe ser la mejor oportunidad que tendrán este mes.

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