La verdad que reseñar a Almodóvar me queda anchísimo. Hay tres productos de exportación españoles que han marcado mi vida para siempre: Tesis, Mecano y las películas de Almodóvar. Lo que me encanta de Almodóvar es que puedes reconocer su estilo en cada cuadro de sus películas; por el uso de los colores, las temáticas, la inclusión de la figura materna, el aspecto femenino, etc. Dolor y Gloria no es la excepción a la regla, más bien quizás el resultado de haber dedicado décadas a perfeccionar el estilo que ya lo caracteriza; o, mejor dicho, el resultado de seguir existiendo. Para coronar con crema chantilly y una fresita, a lo 8 1/2 de Fellini, vemos una autoficción que refleja la vida del mismo Almodóvar, encarnado por uno de sus primeros actores fetiche, el chico Almodóvar, Antonio Banderas.
SPOILERS
El nivel de meta-cine que encontramos en esta película es profundo y se va revelando de a poquitos. La primera vez que la vi llegué tarde al cine (como 20 minutos tarde), así que me perdí toda la secuencia introductoria. debo admitir que incluso sin haber visto los 20 primeros minutos de película, no se me hizo para nada difícil entender lo que estaba ocurriendo. Terminó la película y salí con un par de lágrimas exclamando "Este es un magnum opus, es el Ciudadano Kane de Almodóvar, la perfección pura." Con el segundo visionado se me aclararon muchísimas dudas que, aunque nimiedades, aportaban mucho contexto: La cicatriz de la operación de Salvador, el contexto gitano de su niñez, la saturación de figuras femeninas bellas y curiosas...
También me perdí la escena del coro en la cual el cura prueba el rango de voz de Salvador, durante la cual no pude evitar sentir una fuerte sensación de ansiedad. Acto seguido un monólogo de Banderas acompañado por animaciones coloridas de corte médico sobre fondo negro nos explican cómo este niño de coro terminó con todas las dolencias habidas y por haber a los 50 y tantos años. Cuando vi esta secuencia por primera vez, en mi segundo visionado de la película, recuerdo haberla odiado, sentía que chocaba terriblemente con el resto de la película, dado que no volvemos a tener una secuencia de animación similar. Sin embargo, al verla una vez más, le agarré cariño, ahora sentía que era como si me hubiese asomado por un tragaluz hacia la mente de Almodóvar y descubierto cómo se ve el mundo a través de sus ojos.
El primer conflicto surge cuando la Filmoteca (Española, asumo) restaura una de las primeras películas de Salvador (que es lo mismo que decir "restaura La ley del deseo / Átame") y le piden a Salvador que diga unas palabras, Salvador se toma la licencia de ir a buscar al protagonista de la película, a quién no ha visto en tres décadas. Salvador va a buscarlo para decirle lo de la película y termina dormido en un sillón tras inyectarse heroína, para nada inconspicuo. La facilidad y simpleza con la que Salvador es capaz de hacerse el loco y pedirle droga a una persona a la que no ha visto en años como si nada nos da a entender que algo anda muy mal con él.
Los sueños heroinómanos de Salvador desencadenan recuerdos de cuando su familia se mudó a una especie de cueva en un pueblo (costumbre bastante común en aquella parte de españa), es la primera y última vez que vemos al padre de Salvador; y es, también, la primera vez que Salvador experimenta el objeto del deseo en forma de un hombre joven y fuerte. Cuando Salvador se despierta del todo, toma un taxi a casa, sube al taxi con la misma dificultad que una señora mayor de 95 años. Justo cuando estábamos comenzando a apreciar la belleza de la casa de Salvador (la cual no solo está basada en la casa real de Almodóvar sino que tiene muebles y pinturas del mismo Almodóvar), de pronto presenciamos una durísima escena de atoro, salvador se atoró prácticamente con la nada en un despliegue brutal de tos. Créanme cuando les digo que he visto escenas de muerte por atoro con comida menos duras que esta, el tipo un poco más y tosía hasta los pulmones.
Alberto, el actor, que estaba ahí perdiendo el tiempo, mientras Salvador se dormía drogado, se sentó en el escritorio de Salvador y leyó el texto de "Adicción", un proyecto en el escritorio del computador de Salvador. Alberto se enamora del texto y le propone a Salvador adaptarlo como monólogo para teatro, pero Salvador duda, es un texto muy personal. Llega el momento del evento, la razón por la cuál se reencontraron los dos amigos, y Salvador decide que está demasiado drogado como para asistir. Al finalizar el ritmo de Cómo pudiste hacerme esto a mí de Alaska y Dinarama, el coloquio comienza por teléfono, con un Salvador completamente drogado jalando lineas al micrófono del celular y contándole a todo el auditorio que no le gustó la actuación de Alberto hace treinta años porque el personaje tenía que ser un "cocainómano carismático" y no un heroinómano como Alberto. Mientras tanto en mis notas apunto "Banderas haciendo de un Benicio del Toro sobrio o un [inserte actor de teatro peruano cocainomano] en un buen día".
"Señora Mercedes, aquí todo es raro."
Mercedes se preocupa por la Salud (mental) de Salvador mientras este se larga a la periferia a comprarle heroína a unos pandilleros. El "Yo te creo hermana" pintado en la pared nos encuadra un poco mejor la escena de violencia que ocurre en el fondo de la imagen, dos personas se están peleando con armas blancas mientras Salvador trata de hacer el pase. La experiencia trae el recuerdo de cuando Salvador enseñaba al joven objeto del deseo a leer y escribir a cambio de que este le arregle la casa a la madre. Entendemos que Salvador era una especie de niño superdotado, solo para volver al presente de futuro genio torturado, y ver a Salvador aprovechar cualquier oportunidad, por más pequeña, para drogarse aunque sea un poquito. Como espectadores queremos saber por qué terminó así, qué hizo que se hunda tanto.
Almodóvar nos trata de responder la cuestión regresando al momento en el que Salvador entró al seminario para poder estudiar. Cuando la madre de Salvador le explica que los pobres solo pueden acceder a la educación de esa forma, Salvador reacciona a ser cura como yo hubiese reaccionado a la sugerencia de volverme monja: salir corriendo con asco. Pero ya sabemos que terminó en el seminario, que al entrar al coro terminó sin estudiar lo que se supone que debía de haber estudiado, lo qué jamás sabremos son los detalles de su experiencia personal en el seminario.
Salvador cambia de parecer sobre el texto de "Adicción", se lo regala a Alberto, le confiesa que es un texto confesional (autoficción dentro de autoficción, me quieren matar) y que no quiere que su nombre esté asociado al texto de ninguna forma. A grandes rasgos el texto trata sobre la relación que mantuvo Salvador con un tal Marcelo durante los 80s, este último se habría vuelto adicto a la heroína, hecho que terminó por deteriorar la relación. Con un bailecito elegante, unos tonos "rojo almodóvar" y otros verdes y azules "mar sucio", damos por comenzada la segunda parte de esta historia.
Simple coincidencia o intrincado designio de un destino caprichoso, pero llega al regazo de Salvador el dibujo que hace de él aquel joven de su niñez. Regresan a Salvador recuerdos de aquel primer objeto del deseo, esta añoranza es suficiente para encender en Salvador la llama creativa. Teniendo la dirección de aquel joven que ya debe ser un anciano, decide no tratar de contactarlo y plasmar esa energía creativa en una nueva historia, un nuevo guión titulado "El primer deseo". La escena regresa del presente a los recuerdos de Salvador y volvemos a aquella estación en la cuál tuvo que dormir con su madre hace 50 años, la misma escena que vimos casi al principio de la película, la imagen se abre para revelar un set de película, cámaras, luces.... Todo este tiempo los recuerdos de Salvador han sido escenas de su última película. La más reciente película de Salvador dentro de la más reciente película de Almodóvar. Meta-cine de clase maestra.
Me quedó grande efectivamente la película, con todos sus colores y sus detalles artísticos en el fondo de los planos recargados al más puro horror al vacío tan característico de Almodóvar. Hace poco en clase de Cine y su expresión el profesor nos contaba acerca del uso del foco y como un director puede decir mucho con lo que decide o no enfocar. Almodóvar en Dolor y Gloria enfoca todo lo que sea arte, y arte en un set es todo lo que ha sido armado con un propósito. Cada plano, cada imagen, cada detalle de la decoración tiene un propósito. Esta es una de aquellas películas que uno puede ver cientos de veces y siempre encontrar algo nuevo en ella, cada pequeño detalle agrega un nuevo matiz a la escena que acompaña.
Quizás soy yo y un nicho que se sienta a adorar en círculo pagano el churrigueresco, o quizás en un par de meses el consenso sea un par nominaciones al Oscar.
Alberto comienza el monólogo en un teatro pequeño pero repleto, íntimo. Cada rostro en la audiencia es individual y diverso, cada rostro es un personaje en sí mismo, y sin embargo la cámara hace hincapié en uno en particular. Un rostro de la edad de Alberto/Salvador, mayor, con lágrimas que caen por sus mejillas. Conforme se eleva el sentimiento en la voz de Alberto/Salvador, va acercando su silla al público, acrecentando esta sensación de complicidad con el público-teatro y el público-película. Ese rostro que enmarca la cámara es Federico, el Marcelo del texto de Salvador. En pocas palabras, Federico se acerca a Alberto al finalizar la función para pedirle la dirección y el teléfono de Salvador
La siguiente secuencia me mantuvo en el borde de mi asiento, con las piernas recogidas, casi gritándole a la pantalla "¡NO! ¡SI! BÉSALO IDIOTA! Una escena de romance preciosa, llena de añoranza, de esperanza y a la vez de tristeza. La sensualidad restante de esta escena es suficiente para llenar a Salvador de la fuerza necesaria para tomar una decisión. Un poco maníaco, pero con justificada impaciencia, decide ir a tratarse de todas sus dolencias, ir a revisarse todos sus problemas, y principalmente, dejar la heroína. De pronto sus problemas se hacen más pequeños, un par de citas médicas aclaran el tratamiento que se seguirá. Resulta que los atoros se debían a una calsificación en la traquea, que podía corregirse con una cirugía menor. Todo está bien, todo estará mejor, pero ¿Cómo terminó Salvador en este hoyo, a punto de caer en el vacío?
¿Hipocondría? Salvador confiesa no haber superado la muerte de su madre. A pesar de haber crecido para sacar a su familia de la pobreza con una exitosa carrera como cineasta, su madre nunca parece haberse tomado muy bien la cosa del cine, la autoficción no le gustaba (paradójicamente), no le gustaba que sus vecinas se sientan aludidas en las películas de su hijo (una sensación de vergüenza de la madre ante el cine trasgresor que comparte con Fellini y su madre tras el estreno de La Dolce Vita, y no creo que forme parte de la película por coincidencia, aunque quién sabe, quizás Almodóvar núnca supo eso de Fellini*). Mientras tanto Salvador tomaba apunte de cada vez que su madre se preguntaba retóricamente "¿A quién habrá salido este niño?, Salvador nunca creyó haber sido suficiente para su madre. El día de su muerte, la defraudó, en su imaginario, por última vez, al no haberla llevado a morir al pueblo. Vivir con el peso de sentir que nunca fue suficiente para su madre le pesaba ya de forma médica.
Simple coincidencia o intrincado designio de un destino caprichoso, pero llega al regazo de Salvador el dibujo que hace de él aquel joven de su niñez. Regresan a Salvador recuerdos de aquel primer objeto del deseo, esta añoranza es suficiente para encender en Salvador la llama creativa. Teniendo la dirección de aquel joven que ya debe ser un anciano, decide no tratar de contactarlo y plasmar esa energía creativa en una nueva historia, un nuevo guión titulado "El primer deseo". La escena regresa del presente a los recuerdos de Salvador y volvemos a aquella estación en la cuál tuvo que dormir con su madre hace 50 años, la misma escena que vimos casi al principio de la película, la imagen se abre para revelar un set de película, cámaras, luces.... Todo este tiempo los recuerdos de Salvador han sido escenas de su última película. La más reciente película de Salvador dentro de la más reciente película de Almodóvar. Meta-cine de clase maestra.
Me quedó grande efectivamente la película, con todos sus colores y sus detalles artísticos en el fondo de los planos recargados al más puro horror al vacío tan característico de Almodóvar. Hace poco en clase de Cine y su expresión el profesor nos contaba acerca del uso del foco y como un director puede decir mucho con lo que decide o no enfocar. Almodóvar en Dolor y Gloria enfoca todo lo que sea arte, y arte en un set es todo lo que ha sido armado con un propósito. Cada plano, cada imagen, cada detalle de la decoración tiene un propósito. Esta es una de aquellas películas que uno puede ver cientos de veces y siempre encontrar algo nuevo en ella, cada pequeño detalle agrega un nuevo matiz a la escena que acompaña.
Quizás soy yo y un nicho que se sienta a adorar en círculo pagano el churrigueresco, o quizás en un par de meses el consenso sea un par nominaciones al Oscar.
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