Once Upon a Time... in Hollywood (2019)


Esta vez tengo ganas de escribir la reseña algo crasa, creo que la circunstancia lo amerita. A quién quiero engañar, escribo como cronista de policiales noventero en periódico montesinista. Como muchos de mis compañeros amantes del cine, sentados en la banca de la vida esperando el soplo de vida que nos pare de la cama y nos obligue a reseñar/escribir ese guión, yo también esperé con ansia afanosa esta película. Yo también me puse mis lentes oscuros, uno de mis tantos polos de películas underground que me mandé a hacer en Wilson y me senté a esperar, tomando café (con leche porque tengo gastritis) en mi taza con forma de lente teleobjetivo, lo último del grande, Tarantino.

No voy a pretender ni por un segundo que no fui una de esas loquitas Kill Bill en mi adolescencia, no voy a negar jamás que me sentía recontra superior a todos los de mi promoción del colegio católico por andar viendo Death Proof. Y la verdad pienso en alguna escena de Pulp Fiction por lo menos una vez por semana. Me fascinan las películas de Tarantino, siempre les he tenido un cariño inmenso. Desde que veía Kill Bill vol. 1 y vol. 2 con una coca cola y pretzels el primer año que me vino la regla porque me hacía sentir mejor cuando no podía caminar por los cólicos, hasta el año pasado que llevé a mi pareja al teatro a ver una adaptación de Perros de Reserva dirigida por Rocío Tovar. Tarantino se las ha arreglado para ser parte de mi vida como las canciones de Los Kipus acompañan el soundtrack de la vida de mi abuela.

Antes me las pegaba de super cinéfila por haberle visto todas las películas al tipo y 10 años después no me iba a quedar atrás, tenía que competir con mi propia pretensión y hacer lo posible por ver esta película sin espoilearme, con ojos y oídos vírgenes. No quería ni ver el trailer, no quería saber nada. Pero no fue el apellido con T lo que me la terminó por vender, es decir, no fue Tarantino la razón por la cual me afané tanto con verla. O sea, además de que es mi trabajo ver este tipo de películas, había un temita en la película que también es de mi inagotable preferencia, pero no me vayan a malinterpretar. Pasa que también soy loquita True Crime. ¿Me explico? Soy de esos raretes que andan escuchando podcasts sobre crímenes reales y viendo documentales sobre asesinos en serie. Y pasa que en Once Upon a Time, Tarantino iba a tocar el tema de Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate... O al menos eso es lo que creíamos todos ¿No?


La película alterna ficción con realidad, de tal forma que no nos es posible saber que tanto es ficcionado y que tanto es realidad de forma inmediata a menos que estemos con el celular en la mano dentro del cine googleando quién es quién o tengamos conocimiento vasto sobre Los Angeles a finales de los 60s. Y digo dentro del cine porque, por lo pronto, los espectadores solo podremos ver esta película como Tarantino quiere que la veamos, en la pantalla grande, cosa que realmente agrega mucho a la experiencia. Hay personajes conocidos, hay personajes que nos parecen conocidos. La carrera y mi trabajo me prepararon un poco para las referencias que hace Tarantino en su película a la vida real, y un reciente ciclo de cine Clint Eastwood organizado por la Filmoteca me dio las herramientas para pasarme toda la película buscando asociaciones entre los personajes ficcionados y posibles contrapartes de la vida real.

SPOILERS
(Yo sé que esta palabrita muchas veces no evita que se auto espoileen, pero les digo de verdad que si tienen alguna intención de ver esta película eviten leer la reseña antes de verla)

Para contextualizar un poco, la película trata a grandes rasgos de un actor de westerns entrando en sus 40s, llamado Rick Dalton, el cual comienza a percatarse que Hollywood lo está alienando de a pocos. Este actor está interpretado por Leonardo DiCaprio, y dicen las malas lenguas que algo basado en Steve McQueen (Aunque a mi papá le recuerda más a Montgomery Clift), quién aparece en la escena de la fiesta de playboy, interpretado por Damian Lewis. El Rick para de arriba para abajo con su doble de riesgo convertido en chico mandados ante la falta de rodajes: Cliff Booth, interpretado por un Brad Pitt con el mejor físico de su carrera (no tan bien como en Fight Club o en Troya pero teniendo en cuenta los últimos años de su vida personal, pues es bastante impresionante). Paralelamente nos cuentan la historia de Sharon Tate y los meses previos al 9 de Agosto de 1969.

El choque entre realidad y ficción es tan bravo que casi de arranque asumimos que la película está "basada en hechos reales", y me imagino que todos sabemos a qué me refiero con esto. Pero primero lo primero.


La historia de Rick y Cliff es un choclón, la cantidad de cosas que le ocurren a estos dos personajes en la película es impresionante. En resumen: 

Rick quiere entrarle al ruedo fílmico, se muere por seguir siendo una estrella de cine, pero Hollywood no le para ni cinco de pelota. Está tío, y hay vaqueros más jóvenes y bellos en el ruedo. A Rick le cae la oportunidad de actuar en un rol de villano, tiene que aprenderse sus lineas, pero su alcoholismo se lo hace un poquito difícil; y Cliff quiere trabajar como su doble en el set pero el rumor de que ES UN MALDITO FEMINICIDA se lo hace un poquito difícil. Tarantino sugiere en una escena que Cliff mató a su esposa en un paseo en bote porque la mujer era psicológicamente abusiva e insufrible, no es excusa para matar a nadie pero si me pongo a discutir el sentido de la violencia en películas de Tarantino me va a dar un derrame cerebral. Nos enteramos que el nombre de la esposa de Cliff era Natalie, una referencia a la misteriosa y trágica muerte de la actriz Natalie Wood. Tarantino no confirma ni niega el asesinato de la esposa de Cliff, por lo que nos deja a nosotros la labor de sentir o no simpatía por el personaje. Rick logra que el encargado de los dobles de riesgo (nada más y nada menos que el actor que hace del doble de riesgo de Death Proof) acepte a Cliff en el rodaje, pero Cliff se agarra a golpes con Bruce Lee y le abolla el carro a la esposa de su jefe con el cuerpo de Bruce Lee, por lo que lo botan del set. Rick logra impresionar con su actuación de villano en el western y decide aceptar la propuesta que le ofrecieron al comienzo de la película, ir a Italia a rodar spaghetti westerns (Westerns italianos). 



Mientras Rick se encuentra ocupado teniendo una crisis de la mediana edad, Cliff se ocupa en tener su propia crisis de la mediana edad. Invitado a retirarse del set, se pasea por Hollywood con el carro de Rick haciendo mandados, hasta que se cruza con una hippie de la calle con pinta de menor de edad. Pero como la hippie está rica y a Cliff le entró la crisis, decide darle un ride hasta su "casa", que resulta ser un rancho donde Cliff había trabajado antes. Llegan al rancho y la película se convierte en una de terror, a Cliff lo rodean hippies con pinta de extras de The Hills Have Eyes y Texas Chainsaw Massacre. Algo anda definitivamente mal. 

Cliff pide hablar con el dueño del rancho, quien era un conocido suyo, para asegurarse que los hippies roñosos estaban ahí con permiso del dueño. Después de la escena de suspenso más tensa que he visto en toda mi vida, resulta (no resulta nada para mi porque me sé la historia de los asesinatos de Charles Manson de memoria) que el dueño del rancho dejaba que los hippies se queden ahí porque una de las hippies era su "novia". Cliff trata de irse, pero uno de los roñosos le había pinchado una llanta y se estaban comenzando a aglomerar alrededor de él matonescamente todas las hippies. Como público tememos por la vida de Cliff porque sabemos que los hippies estos son unos futuros homicidas, pero Cliff no se hace problemas y agarra a golpes al que le pinchó la llanta hasta que la arregla, y se va.


Mientras tanto, hemos visto a Sharon Tate llegar con Roman Polanski a Hollywood, asistir a fiestas de Playboy y ser en esencia el ser humano más adorable del universo. La vemos interactuar con Jay Sebring, quién había sido su pareja y era ahora un cercano amigo del matrimonio. Mientras Polanski está por ahí siendo Polanski, Jay y algunos amigos más de Sharon la visitan en su casa de Hollywood Hills para hacerle compañía y todos muy lindos y bonitos se van de fiesta y a comer a restaurantes. Hasta que uno de esos días toca el timbre la representación más alta que he visto en toda mi vida de Charles Manson. Les juro que por un momento no lo reconocí porque le sobraban unos 20 cm de altura al actor (o al menos a mi me pareció así, a pesar de haber visto al mismo actor hacer de Manson en Mindhunter hace unos días y de manera bastante más impresionante). Durante esta primera parte Tarantino hace todo lo humanamente posible para que nos encariñemos con Sharon Tate a como de lugar.

Y funciona perfectamente, la adoramos, sobretodo cuando trata de entrar a un cine a ver una película que ella misma hizo sin pagar el ticket y tiene que indicar que es la actriz de Valley of the Dolls, la que terminó "haciendo películas sucias", y la amamos aún más cuando metida en el teatro con los pies encima del asiento se pone unos lentes de poto de botella para poder verse en la pantalla. 


Así termina la primera parte de la película, ya podemos hablar del elefante en la habitación porque se está convirtiendo en un hecho inminente. La película hace una elipsis a algunos meses después, y con ayuda del narrador descubrimos lo que ha ocurrido estos meses con nuestros personajes.

Por un lado, Rick se llevó a Cliff a Italia a hacer spaghetti westerns con Sergio Leone Sergio Corbucci y Antonio Margheriti. Grabaron algunas películas en Roma y cuando se acabó el idilio no quedo otra que regresar, pero Rick no se regresa solo con Cliff, Rick se regresa con una esposa italiana nuevecita y la intención de sentar cabeza. En el avión Rick le dice a Cliff que no va a poder seguir pagándole como chico mandados ahora que está por formar una familia, es como un adiós entre ambos personajes.

Paralelamente, volvemos a Sharon Tate, y quienes ya conocemos la historia estamos acá sentados como estúpidos sufriendo en silencio porque la vemos tan linda y toda redonda y embarazada, a punto de ser asesinada con su ex y sus amiguis por los hippies horrorosos de Charles Manson. Yo creo que este es el momento más tenso para mí como espectador y como conocedor, estoy tan metida en la historia real que doy por 100% seguro que estoy en cuenta regresiva a punto de verla morir de manera horrible en una de tantas escenas sangrientas a lo Tarantino. 

Entramos a las últimas escenas de la película; Rick y Cliff se van a beber y regresan a la casa para el afterparty, Daphna (la nueva esposa italiana) está durmiendo el jet lag y la pitbull de Cliff está ahí dando vueltas siendo preciosa. Rick se va a hacer frozen margaritas en la madrugada como un completo energúmeno mientras Cliff se fuma un cigarro sumergido en ácido y saca a pasear a su pitbull, como un completo energúmeno. Mientras Cliff está paseando a Brandy, la pitbull, los hippies roñosos de Manson llegan en un carro-cafetera a la colina en la que viven Tate y Rick. El carro hace tanto ruido que Rick sale de su casa en bata, con la jarra del frozen margarita en una mano y un cigarro en la otra a gritarle en plan señora de San Isidro a los horrorosos hippies por traer su apestoso y roñoso carro y hacer un ruido de la patada en la mitad de la noche en su barrio bonito-privado. Y los hippies se salen de ahí y se van en reversa colina abajo como unos tarados, porque estaban todos nerviosos.

Los hippies salen del carro y hacen la de villano de película y cuentan su plan macabro para los no entendidos que no saben quién es Charles Manson y cuentan exactamente qué se supone que vienen a hacer estos hippies en Hollywood Hills. A partir de este momento Tarantino decide agarrarnos a todos de tarados e ir completamente en contra de lo que estábamos esperando colectivamente. Y no sé por qué nos agarró de tarados cuando está a punto de hacer exactamente lo mismo que hizo con Inglourious Basterds

No les voy a contar los pormenores de la escena porque la verdad que, a pesar de dar bastante risa y ser uno de los momentos claves para analizar la película, el efecto que tiene en el espectador luego de habernos soplado 2 horas de película seria es imposible de imitar con texto. La escena es polarizante, a grandes rasgos, los hippies horrorosos no se van a la casa de Sharon Tate, se meten a la casa de Rick. Cliff, Brandy, Rick y Daphna se defienden de los hippies con fiereza. Y Finalmente los matan, con una violencia gratuitísima y excepcional.


El saber como espectador, o creer saber, qué es lo que va a ocurrir con algunos de los personajes y tener la falsa seguridad de un "temporizador histórico" (en palabras de Tarantino) nos genera a lo largo de la película, por un lado una especie de ansiedad ante el tic-toc que nos vaticina el inevitable asesinato de Sharon Tate y, por otro lado, la ya mencionada falsa seguridad de ser un conocedor, un voyeur que sabe como va a desarrollarse la acción. Tarantino juega a su gusto con esta falsa seguridad y esta ansiedad para aprovecharse del momentum que se genera hacia el final de la película para hacer del giro final un shock aún más grande.

Hay quienes detestan este tipo de intervencionismo histórico, a mi me parece genial, me encanta que me sorprendan (sobretodo porque a estas alturas del partido es bastante difícil innovar en términos de historia). De cierta forma toda película basada en hechos históricos está destinada a ficcionalizar algunos de los eventos que retrata. El problema (o la confusión) es que como espectadores estamos condicionados por el género de película histórica a asumir que cuando una película trata temas históricos, trata de ser lo más cercana a la realidad posible. Y lo que hace Tarantino es precisamente aprovecharse de esto para "engañar" al espectador y básicamente re-escribir la historia, crear una historia alternativa, en la cuál los hechos se desenvuelven de manera distinta. En el caso de Inglourious Basterds la premisa al final es "qué hubiese pasado si mataban a Hitler", en este caso la premisa final es "¿Y si en vez de entrar a la casa de Sharon Tate entraban a la casa de alguien que podía hacerles el pare?".

Termina la película y algunos salen rápidamente del cine sin lograr comprender lo que acaba de ocurrir, yo y mi pareja salimos agarrándonos la tripa porque nos habíamos reído muy fuerte viendo como destrozaban a los hippies. Les voy a contar, pero no se burlen de mí, que inmediatamente después de que termina la escena esta, me puse a llorar. Se me salían las lágrimas notoriamente y se me caían los mocos, mi pareja me preguntó "¿Estás bien, qué te pasa?" y le tuve que explicar que estaba llorando porque "En un mundo paralelo cinematográfico, Sharon Tate de 26 años con 8 meses y medio de embarazo no fue salvajemente asesinada por unos horribles y detestables hippies". Me senté llorando y disfruté viendo viva y feliz a una mujer que murió teniendo la misma edad que tengo yo en este momento, y le agradecí a Tarantino en silencio por haber tenido está loquísima idea de que "en una película se puede hacer cualquier cosa que queramos", no sabía lo mucho que en el fondo quería que Sharon Tate estuviera viva.

Ya me hicieron llorar otra vez, los odio.



Otra cosa que rescato mucho de esta película es el atento detalle a las referencias. Desde la precisión con la que Tarantino recrea Los Angeles de finales de los 60s, las referencias a películas western, hasta la inclusión de iconos que nos recuerdan a algunas de sus películas anteriores. Once Upon a Time ... in Hollywood es un buffet de referencias a la cultura popular y el cine de Tarantino que garantiza entretener lúdicamente a la masa de cinéfilos que la verán. Mi referencia favorita es cuando Sharon Tate entra al cine a ver The Wrecking Crew, película en la cual aparece; y en vez de recrear las escenas de la película original, Tarantino incluye escenas de la película de 1968 y vemos a Sharon Tate y a la interpretación que hace Margot Robbie de ella al mismo tiempo en escena.


Voy a terminar esta reseña a lo Tarantino, tras párrafos y párrafos de análisis no me queda más que agregar que: Si quedaba alguna duda del fetiche que tiene Tarantino con los pies, tras ver Once Upon a Time no queda ni una.





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