*SPOILERS*
Pet Sematary (1989) fue una de las primeras películas de terror que vi. La daban constantemente en señal abierta, así como la secuela de 1992. Y como muchos fanáticos del cine de terror, le tengo muchísimo cariño. Esta primera adaptación no es para nada un ejemplo de la correcta realización de una película de terror, más bien coquetea con los límites de lo caricaturesco. Pero como tantas películas de terror de la época, se queda plasmada en el imaginario popular gracias a la sensación de nostalgia que genera en el espectador. Y como cualquier cosa que genera nostalgia en el 2019, es inevitable que se le haya hecho un remake.
Ah,la temida palabra con R. Son altas las expectativas que se le imponen a estos remakes. El publico familiarizado con la original espera que el estilo del neo cine de terror contemporáneo no opaque la esencia vintage del recuerdo que mantenemos de la original; el público que no ha sido expuesta a la original espera ver un producto que no se desvíe mucho del estándar actual. Es difícil innovar cuando se trata de trabajar sobre un texto que ya ha sido llevado a la pantalla grande con anterioridad... Lo último que uno debe hacer es espoilear el giro sorpresa en el maldito trailer de la película.
Antes que nada, si les interesa esta película, han visto la original y aún no han visto el trailer de la adaptación, NO VEAN EL TRAILER... Y evidentemente dejen de leer esta reseña porque voy a hablar serios spoilers.
La película avanza casi de la misma forma que la original. Esta familia tradicional (mamá, papá, hijito, hijita y gatito) se muda al Maine de Stephen King, a una casa que está literalmente al frente de una autopista con camiones gigantes que juegan a Rápidos y Furiosos. La mamá y la hijita un día salen a caminar en el bosque encantado que tienen detrás de la casa y se cruzan con una procesión de niños creepy con máscaras de animales llevando un perro muerto. La curiosidad le gana a la niña y se escabulle a ver hacia dónde se dirigían los niños. Encuentra un cementerio de mascotas, trata de subirse a un montículo de piedras y ramas para ver que hay un poco más allá pero la detiene el viejo y extraño vecino. De vuelta en casa, trata de preguntarle a sus padres sobre la muerte, su padre le ofrece una explicación racional y su madre se traba y evita responder con honestidad debido al trauma de haber presenciado (y de cierto modo, causado) la muerte de su hermana lisiada.
Comienzan a pasar cosas raras, la mamá tiene alucinaciones sobre la muerte de su hermana, el padre pierde un paciente joven que fue atropellado brutalmente y lo ve en "sueños". El joven muerto advierte al padre sobre no cruzar "la linea". Las alucinaciones de la madre parecen no ser más que las manifestaciones de su trauma, exacerbado por la energía que emana del cementerio de mascotas. De pronto se muere el gato y lo encuentran el viejo y el padre; el viejo, afanoso por evitarle a la niña el sufrimiento de haber perdido a una mascota, convence al padre de enterrar al gato en el claro un poco más allá del cementerio de mascotas. Y Oh, sorpresa, el gato de la nada regresa, todo cochino, pegajoso, maloliente y agresivo... Como mi gata. Todos se dan cuenta que el gato está particularmente agresivo, por lo que el padre decide ir a preguntarle al viejo "¿Qué onda, por qué mi gato zombie está atacando a todos? Es en ese momento que el viejo le cuenta lo que sabe del cementerio de mascotas.
Todo esto está normal, en plan "Ah, ya, es la misma historia que en la original"... O eso nos quieren hacer creer. En esta parte de la película, todos esperamos que le pase un camión encima al adorable hijo bebe, porque eso es lo que ocurre en el libro y en la original. Y de no ser por el maldito trailer, la sorpresa que hubiese generado la muerte de la niña en vez del bebe hubiese pasado a la historia como uno de los más legendarios momentos en la historia del cine de terror. La verdad que no me cabe en la cabeza como pudieron haber revelado en uno de los trailers más esperado del año, el único giro inesperado en toda la película. Porque sinceramente, sabiendo sobre el giro, como que le pierdes interés bien rápido al desenlace.
Los padres merecen una especie de premio a lo peores padres del año, por mudarse al costado de la carretera del terror y no sentarse 5 minutos a explicarle a sus hijos que no deben jugar en la pista. Muere la niña, obviamente el padre la lleva al cementerio, vuelve a la vida pero toda creepy porque es un maldito zombie. Nos enteramos sobre la influencia que tiene el cementerio sobre las personas en luto o que acaban de pasar por la muerte traumática de un ser querido. Hay toda una lucha entre los vivos por controlar o matar a la muerta, la primera baja es el viejo y luego la mamá, como en la original. Hacia el final la película vuelve a variar de la fuente original y nos muestra más bien un final abierto y apocalíptico. En vez de dejar a su hijo en casa de los abuelos, se lo lleva devuelta a Maine. Al ver que la muerta quiere matarlos, la madre le entrega el bebe al padre, quien lo encierra en el carro para protegerlo (menos mal es de noche). Pero triunfa el mal, la niña mata a su madre, la madre mata al padre, los dos son enterrados en el cementerio y vuelven a la vida como una linda familia zombie. La última escena muestra a la familia de zombies yendo a buscar al bebe al carro. Las buenas noticias son que el bebe no se morirá de calor dentro del carro cuando salga el sol, las malas que igual lo van a matar para hacerlo zombie.
Las interrogantes que surgen con este final medio que dejan plantada la semilla para una posible secuela, o por lo menos para la creación de una teoría sobre el nuevo universo Stephen King cinematográfico: ¿Matarán al niño? ¿Qué harán luego, matar más gente para volverla zombie? ¿Los niños que vimos al comienzo también eran zombies? La supervivencia de estos muertos vivientes con agencia genera una multiplicidad de posibilidades que las primeras películas nunca consideraron explorar: ¿Qué pasaría si gana el mal?
La verdad, la disfruté. Me hubiese gustado muchísimo más de no haber conocido el cambio que hicieron a la historia original, obvio. Pero no me decepcionó como película, incluso me hizo sentir bastante incomoda y existencial por un rato cuando terminó, la atmósfera y la cinematografía fueron sumamente envolventes, el gore no es gratuito y se usa con propósitos bastante específicos, la sutileza de algunas escenas deja al público queriendo más. Sin embargo, la historia de la hermana deja mucho que desear y palidece en comparación con el genuino trauma que fue en la original.
Contrario a opinión popular, la actuación tan estoica de Jason Clarke logra que me hunda más en la atmósfera depresiva y maníaca de la segunda parte de la película. A mi parecer, no se necesitan grandes y evidentes muestras de tristeza para representar la depresión y el luto. Las actuaciones en general inevitablemente son mejores que en la original, pero no lo suficiente como para que sobresalgan por encima de los rostros en la original con los que ya estábamos familiarizados.
A grandes rasgos es una buena adición al nuevo universo cinematográfico Stephen King y una excelente película de terror para pasar la tarde. No es ninguna obra maestra, pero cumple con las expectativas si logras llegar a ella libre de spoilers.
0 Comentarios